Decágolo de la Amistad


· Es fácil decirse amigo, es más difícil serlo.

· En la amistad, No te preocupes de recibir sino de dar.

· No temas disgustar a tu amigo. Enséñale que el amigo verdadero es el que está dispuesto a disgustarnos cien veces con tal de sernos útil una sola vez.

· El primer deber de un amigo: motivarlo para que sepa que creemos en él.

· Ábrete sinceramente. Tienes que ser como el río, que alimenta las tierras y nunca niega sus aguas.

· La confianza es el vestíbulo de la amistad.

· No aceptes al amigo que no te contradice, pues lo hará pensando que sólo quiere tu bien, aunque en ocasiones piense diferente a ti.

· No te dejes llevar del corazón ni de la prisa al elegir a tus amigos.

· La humildad entre amigos gana el corazón de ambos.

· Aprende a amar con el corazón para así disculpar.

Obstáculos para tener amigos y amigas

Un estilo de vida poco abierto a los demás. Si no nos proporciona oportunidades de relacionarnos y no hacemos nada por cambiarlo, la soledad será nuestra única compañía.

La baja autoestima y el complejo de inferioridad. Si no confiamos en el valor de nuestra aportación, tenderemos a menospreciarnos y a aislarnos. Pocas personas resultan menos interesantes que las que tienen un bajo concepto de sí mismas. Si pensamos que no valemos nada, será difícil que iniciemos cualquier cosa, y menos si conlleva un riesgo de fracaso. Y cuando la propuesta de relación provenga del exterior, lo más probable es que, por miedo, no atendamos la llamada o no sepamos hacerlo eficazmente.

Los miedos. A no gustar, a no cumplir con las expectativas que creemos se tienen de nosotros, a no estar a la altura de las circunstancias. Miedo a que si se nos conoce a fondo, se nos abandonará.

La falta de habilidades de comunicación. Decir lo que se piensa no es el problema, sino la forma en que se dice. Empatía (ponerse en lugar del otro) y asertividad (expresarnos con libertad y sinceridad, sin herir ni menospreciar) son la clave.

El autoengaño. Creer que lo damos todo, que siempre estamos a disposición del otro y, por tanto, esperarlo todo de nuestras amistades. El acaparamiento y la tensión a que sometemos a los amigos hace que quien se acerca acabe alejándose y nos suma en un sentimiento de incomprensión que termina reforzando el autoengaño.

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